Los cetáceos son mamíferos marinos completamente adaptados a la vida en el agua. Este grupo incluye ballenas, delfines y marsopas, caracterizados por sus cuerpos hidrodinámicos, aletas y colas horizontales que les permiten desplazarse con gran eficiencia en el océano. Además, cuentan con una gruesa capa de grasa llamada blubber que actúa como aislante térmico.
A diferencia de los peces, los cetáceos respiran aire a través de espiráculos situados en la parte superior de la cabeza, lo que les permite realizar largas inmersiones antes de volver a la superficie. Se dividen en dos grandes grupos: los misticetos, que poseen barbas para filtrar plancton y pequeños organismos, y los odontocetos, que tienen dientes y utilizan la ecolocalización para cazar y orientarse.
Evolutivamente, los cetáceos descienden de mamíferos terrestres ungulados y hoy se consideran parientes cercanos de los artiodáctilos, como los hipopótamos.
Cumplen un papel ecológico fundamental en los océanos, ya que regulan poblaciones marinas, reciclan nutrientes y ayudan a mantener el equilibrio de las cadenas tróficas. Muchas especies migran grandes distancias anualmente, siendo esenciales para la salud de los ecosistemas marinos.