Los planetas rocosos, también llamados telúricos, son cuerpos celestes que poseen una superficie sólida y compacta, formada principalmente por rocas y metales pesados. Estos planetas se caracterizan por tener un tamaño más pequeño en comparación con los gigantes gaseosos, pero su densidad es mucho mayor, ya que cuentan con núcleos metálicos y capas externas firmes.
Además, presentan atmósferas más delgadas y variables, que pueden ir desde casi inexistentes, como en Mercurio, hasta densas y sofocantes, como en Venus.
Una característica común de los planetas rocosos es que se encuentran más cerca del Sol, lo que influye en sus condiciones de temperatura y en su dinámica atmosférica. Sus superficies son muy diversas y pueden mostrar montañas, llanuras, cráteres de impacto, cañones, volcanes activos o apagados y, en el caso de la Tierra, océanos y continentes habitables.
El grupo de planetas rocosos está formado por Mercurio, Venus, la Tierra y Marte. La Tierra destaca como el único planeta conocido que alberga vida, gracias a la presencia de agua líquida y a una atmósfera equilibrada. Marte, por su parte, genera gran interés científico porque existen evidencias de que pudo haber tenido agua en el pasado, lo que lo convierte en un candidato para futuras investigaciones sobre vida extraterrestre.