Los planetas interiores son los cuatro más cercanos al Sol: Mercurio, Venus, la Tierra y Marte. También se les llama planetas rocosos porque tienen superficies sólidas compuestas de rocas y metales. Son relativamente pequeños y densos en comparación con los planetas exteriores.
Mercurio es el más cercano al Sol y carece de una atmósfera significativa, lo que provoca temperaturas extremas entre el día y la noche. Venus, en cambio, tiene una atmósfera muy densa con un potente efecto invernadero que lo convierte en el planeta más caliente. La Tierra es el único planeta conocido que alberga vida y posee abundante agua en estado líquido. Marte, por su parte, es llamado el planeta rojo debido a la presencia de óxidos de hierro en su superficie, y despierta gran interés por la posibilidad de haber albergado agua en el pasado.
Estos planetas se encuentran separados de los exteriores por el cinturón de asteroides. Sus diferencias permiten a los científicos compararlos y entender mejor los procesos de formación planetaria. El estudio de los planetas interiores resulta esencial porque nos muestra tanto las condiciones que hacen posible la vida como los factores que pueden dificultarla.