Los planetas exteriores son Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Se encuentran más allá del cinturón de asteroides y son conocidos como gigantes gaseosos o helados debido a su tamaño colosal y a sus atmósferas extensas. Estos planetas poseen núcleos relativamente pequeños rodeados por densas capas de gases y, en algunos casos, hielos.
Júpiter y Saturno son gigantes gaseosos formados principalmente por hidrógeno y helio, mientras que Urano y Neptuno son gigantes helados, con mayores cantidades de agua, amoníaco y metano en su composición. Todos tienen sistemas de anillos y numerosos satélites, algunos de gran interés científico como Europa, Ganímedes o Titán.
Las condiciones en los planetas exteriores son extremas: vientos huracanados, tormentas gigantescas y temperaturas muy bajas en las capas externas. Su enorme tamaño les otorga una poderosa influencia gravitatoria que les permite atraer cometas y asteroides, contribuyendo a moldear la estructura del Sistema Solar.
El estudio de estos mundos resulta esencial para entender cómo se forman y evolucionan los sistemas planetarios. Gracias a sus características únicas, ofrecen laboratorios naturales para investigar fenómenos que no pueden observarse en los planetas rocosos interiores.