Los hongos son organismos eucariotas que no producen su propio alimento, ya que no realizan fotosíntesis. Viven como descomponedores, absorbiendo nutrientes de la materia orgánica muerta o de otros seres vivos.
Existen diferentes formas de hongos: levaduras, mohos y setas. Cada uno cumple funciones específicas, pero todos desempeñan un papel esencial en los ecosistemas, ya que reciclan nutrientes y contribuyen al equilibrio natural.
Además, los hongos tienen gran importancia para los seres humanos. Algunas especies se utilizan en la alimentación, como los champiñones o las levaduras que permiten elaborar pan y bebidas fermentadas. Otros hongos son empleados en la medicina, como la penicilina, un antibiótico descubierto a partir de un moho.
No obstante, ciertos hongos pueden ser dañinos, provocando enfermedades en personas, animales o plantas, así como el deterioro de alimentos y materiales.
En conclusión, los hongos son organismos fundamentales para el equilibrio de los ecosistemas, con un impacto tanto positivo como negativo en la vida humana y en la naturaleza.