Los factores abióticos son los elementos no vivos que forman parte de un ecosistema y que influyen directamente en la vida de los organismos. Incluyen componentes físicos y químicos como la luz solar, el agua, el aire, el suelo, la temperatura, la humedad, el viento y los minerales.
Estos factores determinan las condiciones en las que los seres vivos pueden desarrollarse, crecer y reproducirse. Por ejemplo, la cantidad de luz disponible influye en el tipo de plantas que pueden crecer en una zona, lo que a su vez afecta a los animales que dependen de ellas para alimentarse.
La temperatura, la composición del suelo y el agua disponible son variables esenciales que marcan la distribución de la vida en el planeta. En desiertos, por ejemplo, la escasez de agua condiciona la vegetación, mientras que en selvas tropicales la abundancia de lluvias genera una gran biodiversidad.
En resumen, los factores abióticos, aunque no son seres vivos, resultan esenciales para el funcionamiento de los ecosistemas, ya que crean el ambiente donde se desarrollan las interacciones entre los organismos.