Las externalidades son los efectos indirectos que una actividad económica produce sobre terceros y que no se reflejan en el precio de mercado. Pueden ser positivas o negativas, y afectan tanto a la economía como a la sociedad.
Una externalidad negativa es, por ejemplo, la contaminación generada por una fábrica. Aunque la empresa obtiene beneficios, el costo ambiental y sanitario lo asume la sociedad. En cambio, una externalidad positiva podría ser la educación: al formar a los estudiantes, no solo se beneficia a la persona, sino también a toda la comunidad, que contará con profesionales más preparados.
El problema de las externalidades es que el mercado, por sí solo, no las corrige. Por eso, se suele requerir la intervención del Estado mediante impuestos, subsidios o regulaciones. Por ejemplo, aplicar impuestos a las industrias contaminantes o subvencionar el uso de energías renovables.
En conclusión, las externalidades muestran que las decisiones económicas tienen efectos más allá de quienes participan directamente en el mercado, y que la regulación es necesaria para equilibrar costos y beneficios sociales.