La pradera es un bioma caracterizado por la gran extensión de pastos y hierbas, con escasa presencia de árboles debido a la falta de lluvias suficientes para sostener bosques densos. Sus suelos suelen ser fértiles, lo que los convierte en áreas ideales para la agricultura y la ganadería.
Se localizan principalmente en regiones de clima templado, con estaciones bien marcadas, aunque también existen variantes tropicales conocidas como sabanas. Ejemplos de praderas son las Grandes Llanuras de Norteamérica o las Pampas de Sudamérica.
En cuanto a fauna, las praderas albergan una gran diversidad de animales herbívoros como bisontes, cebras, jirafas o antílopes, así como depredadores como lobos, zorros y guepardos. También son el hogar de numerosas aves e insectos polinizadores que cumplen funciones clave en el ecosistema.
La vegetación está adaptada al fuego y al pastoreo, lo que permite la regeneración constante de las hierbas. Esto hace que sean ecosistemas muy productivos.
Sin embargo, gran parte de las praderas han sido transformadas por la actividad humana para usos agrícolas. Proteger las praderas es esencial para conservar la biodiversidad, mantener la fertilidad del suelo y asegurar la producción de alimentos en el futuro.