Los lagomorfos son un orden de mamíferos que incluye conejos, liebres y picas. Se diferencian de los roedores porque poseen dos pares de incisivos superiores en lugar de uno.
Son herbívoros estrictos y su digestión está adaptada a una dieta rica en celulosa. Practican la cecotrofia, un comportamiento en el que ingieren heces blandas para extraer nutrientes adicionales. Esta adaptación les permite aprovechar al máximo los alimentos vegetales.
Presentan patas traseras muy desarrolladas para correr o saltar, y orejas grandes que ayudan a regular la temperatura corporal y a detectar depredadores. Gracias a estas características, son presas frecuentes en la naturaleza, lo que los convierte en una parte esencial de las cadenas alimenticias.
Los lagomorfos tienen altas tasas reproductivas, lo que garantiza la supervivencia de sus poblaciones a pesar de la depredación. Habitan en pastizales, matorrales, montañas y desiertos, influyendo en la vegetación mediante ramoneo y excavación.
En conclusión, los lagomorfos son animales clave tanto para los ecosistemas como para la relación del ser humano con la naturaleza, ya que han sido domesticados y utilizados desde la antigüedad.