La tundra es un bioma frío que se encuentra en las regiones cercanas al Ártico y en altas montañas. Se caracteriza por sus temperaturas extremadamente bajas, sus inviernos prolongados, sus veranos muy cortos y la presencia de un suelo permanentemente congelado conocido como permafrost.
Estas condiciones dificultan el desarrollo de la vegetación, que es baja y resistente. Predominan musgos, líquenes y pequeños arbustos adaptados a sobrevivir en terrenos helados. La falta de árboles distingue a la tundra de otros biomas.
La fauna también ha desarrollado adaptaciones especiales para soportar el frío. En la tundra habitan renos, zorros árticos, liebres polares, búhos nivales y caribúes. Muchos de estos animales cuentan con gruesas capas de pelaje o grasa que les permiten conservar el calor. Además, es un hábitat crucial para aves migratorias que llegan en verano a reproducirse.
La tundra cumple un papel esencial en el equilibrio climático del planeta, ya que almacena grandes cantidades de carbono en el permafrost. Sin embargo, es un ecosistema frágil y vulnerable al cambio climático, que provoca el derretimiento de suelos congelados y altera profundamente sus condiciones. Proteger la tundra es fundamental para el futuro del medio ambiente.