La tasa de interés es el porcentaje que un prestamista cobra a un prestatario por el uso de dinero durante un periodo de tiempo determinado. Representa el costo del crédito o, desde el punto de vista del ahorrador, la rentabilidad del ahorro.
Existen dos modalidades principales: la tasa fija, que permanece constante durante toda la vida del préstamo, y la tasa variable, que fluctúa en función de indicadores económicos como el Euríbor u otros índices de referencia.
Las tasas de interés influyen directamente en el consumo y la inversión. Cuando son altas, el crédito se encarece, lo que desincentiva el endeudamiento y frena el consumo, pero favorece el ahorro. En cambio, cuando son bajas, se abarata el acceso a préstamos, lo que estimula la inversión y el gasto, aunque puede generar inflación si el consumo crece demasiado.
En definitiva, la tasa de interés es una herramienta fundamental para regular la economía, ya que influye en el acceso al dinero, en las decisiones de consumo e inversión y en la estabilidad de los precios.