La estanflación es una situación económica compleja y poco frecuente en la que coinciden tres problemas: estancamiento del crecimiento económico, elevada inflación y alto nivel de desempleo. Estos factores, que normalmente no aparecen juntos, hacen que sea especialmente difícil aplicar políticas correctivas.
En una situación normal, si un país sufre desempleo, suele aplicar medidas de estímulo económico que reactivan la producción, aunque generen algo de inflación. Por el contrario, si el problema es la inflación, se aplican medidas de contención que frenan la demanda, aunque puedan aumentar el paro. En la estanflación, ambos problemas se presentan al mismo tiempo, limitando la efectividad de cualquier política económica.
Este fenómeno se hizo conocido en la crisis del petróleo de los años 70, cuando la subida de los precios de la energía disparó la inflación, redujo la producción y elevó el desempleo en muchos países desarrollados.
La estanflación supone un gran desafío para los gobiernos porque genera pérdida de poder adquisitivo, reduce la inversión y aumenta la pobreza. Afrontarla requiere soluciones estructurales, como mejorar la productividad, diversificar la economía y reducir la dependencia de factores externos como el petróleo.