La energía mareomotriz es un tipo de energía renovable que se obtiene a partir del movimiento natural de las mareas. Su funcionamiento se basa en aprovechar la diferencia de altura entre la marea alta y la marea baja para generar electricidad. Cuando el agua del mar sube o baja, se produce un movimiento que puede ser canalizado mediante compuertas, presas o turbinas instaladas en zonas costeras específicas. Estas turbinas transforman la energía cinética y potencial del agua en energía mecánica, que posteriormente se convierte en electricidad gracias a generadores.
Una de las principales ventajas de la energía mareomotriz es que es limpia, inagotable y predecible. A diferencia de otras fuentes renovables como la solar o la eólica, las mareas siguen ciclos regulares que se pueden calcular con mucha antelación, lo que permite planificar la producción eléctrica. Además, no genera gases contaminantes ni contribuye al cambio climático.
Sin embargo, su uso presenta también desafíos importantes. La construcción de centrales mareomotrices es costosa y requiere condiciones geográficas muy concretas, como bahías o estuarios con gran amplitud de marea. Asimismo, puede tener impactos en los ecosistemas marinos y en la fauna local, al alterar el flujo natural del agua.
A pesar de estas dificultades, la energía mareomotriz se considera una prometedora alternativa sostenible para diversificar las fuentes energéticas en el futuro.