El oligopolio es una estructura de mercado en la que pocas empresas concentran gran parte de la oferta de un bien o servicio. Este tipo de mercado se da en sectores donde la inversión inicial es muy elevada, lo que dificulta la entrada de nuevos competidores, como telecomunicaciones, energía, automóviles o aerolíneas.
Las empresas en un oligopolio pueden competir intensamente entre sí, ofreciendo precios más bajos e innovación, o llegar a acuerdos implícitos o explícitos para coordinar precios y limitar la producción, lo que perjudica al consumidor. Un ejemplo son los cárteles, en los que compañías pactan precios o cuotas de mercado de manera ilegal.
Debido a la interdependencia, las decisiones de una empresa afectan de forma inmediata a las demás. Si una baja sus precios o lanza un producto innovador, las otras deben reaccionar rápidamente.
El oligopolio puede generar innovación tecnológica y eficiencia, pero también riesgos de abuso de poder y falta de competencia. Por ello, los Estados suelen supervisar estos mercados para evitar pactos ilegales y asegurar que los consumidores se beneficien de la competencia.