El interés de demora es una penalización económica que se aplica cuando un deudor no cumple con el pago de una obligación en el plazo acordado.
Se calcula como un porcentaje adicional sobre la cantidad adeudada y tiene el objetivo de compensar al acreedor por el retraso, así como incentivar el cumplimiento puntual de las obligaciones. Por ejemplo, en una hipoteca o préstamo, si no se paga la cuota a tiempo, el banco puede aplicar un interés de demora más alto que el interés ordinario.
Este tipo de interés está regulado por ley para evitar abusos, aunque suele ser significativamente superior al interés pactado inicialmente. Es frecuente en contratos de crédito, facturas impagadas, préstamos comerciales e incluso deudas con la administración pública.
El interés de demora cumple una doble función: castiga al deudor incumplidor y protege al acreedor, asegurando que no sufra pérdidas por los retrasos en el cobro. Sin embargo, un uso excesivo de este mecanismo puede ahogar financieramente a los deudores y generar problemas de sobreendeudamiento.