El desarrollo económico es un proceso mediante el cual un país mejora de manera sostenida las condiciones de vida de su población. No se limita al aumento de la producción y el ingreso, sino que incluye factores sociales como educación, salud, vivienda digna, empleo de calidad e igualdad de oportunidades.
Se diferencia del crecimiento económico en que no mide solo cuánto produce una economía, sino cómo esa producción se traduce en bienestar para la sociedad. Así, un país puede tener un alto crecimiento, pero bajo desarrollo si la riqueza no está bien distribuida o si faltan servicios básicos.
El desarrollo económico depende de factores como la inversión en infraestructuras, la estabilidad política, la innovación, la reducción de la pobreza y la sostenibilidad ambiental.
En síntesis, el desarrollo busca un progreso equilibrado, inclusivo y sostenible, en el que la mejora de los indicadores económicos vaya de la mano con la calidad de vida y la equidad social. Por ello, organismos internacionales como la ONU utilizan el Índice de Desarrollo Humano (IDH) como medida complementaria al PIB para evaluar el verdadero bienestar de una nación.