El crecimiento económico es el aumento sostenido de la producción de bienes y servicios en un país durante un periodo de tiempo. Normalmente se mide a través del Producto Interno Bruto (PIB), que refleja el valor total de lo producido en una economía.
Este crecimiento se asocia a una mayor capacidad para generar riqueza y mejorar el nivel de vida de la población. Puede originarse por distintos factores: un aumento de la inversión, avances tecnológicos, mejoras en la productividad, mayor consumo interno o expansión del comercio internacional.
Un crecimiento equilibrado favorece el empleo, la innovación y el bienestar social. Sin embargo, un crecimiento desigual puede generar desequilibrios, como inflación, concentración de riqueza o deterioro ambiental. Por ello, los economistas distinguen entre crecimiento sostenible y crecimiento desigual o insostenible.
El crecimiento económico no solo depende de la producción, sino también de la estabilidad política, la calidad de las instituciones y la gestión adecuada de los recursos. En conclusión, se trata de un indicador esencial para medir el progreso de un país y su capacidad de mejorar la vida de sus ciudadanos.