El copago es la parte del coste de un servicio que debe pagar directamente el usuario en el momento de recibirlo, mientras que el resto lo cubre el sistema público o la aseguradora.
Es habitual en servicios sanitarios y farmacéuticos, donde el Estado financia la mayor parte del gasto, pero el ciudadano contribuye con una cantidad simbólica o proporcional. Este mecanismo busca repartir responsabilidades, evitar abusos en el uso de los recursos y fomentar un consumo más responsable.
La cuantía del copago puede variar en función de la renta del usuario, la edad, el tipo de medicamento o tratamiento, y el nivel de cobertura contratado en la póliza de seguro. Por ejemplo, en muchos sistemas de salud los jubilados con rentas bajas pagan un copago reducido o incluso están exentos.
Este modelo también ayuda a los sistemas sanitarios a sostenerse económicamente, ya que reduce la carga total de financiación pública. Sin embargo, genera debate, pues en algunos casos puede limitar el acceso de las personas más vulnerables a servicios básicos.
En definitiva, el copago es un instrumento que busca equilibrar el gasto entre ciudadanos y Estado, promoviendo eficiencia en el uso de recursos.