El comercio internacional es el intercambio de bienes y servicios entre países, una práctica fundamental en la economía moderna. Gracias a este intercambio, cada nación puede acceder a productos que no produce localmente o que resultan demasiado caros de obtener en su propio territorio. Un ejemplo claro son los países que importan petróleo, maquinaria o alimentos que no pueden producir en cantidad suficiente.
Este tipo de comercio se basa en la especialización y en la ventaja comparativa: cada país se concentra en producir aquello en lo que es más eficiente y luego intercambia con otros lo que necesita. Esto fomenta la productividad global, genera crecimiento económico y ofrece a los consumidores una mayor variedad de productos a precios más competitivos.
El comercio internacional incluye tanto exportaciones como importaciones y está regulado por tratados, acuerdos bilaterales y organismos internacionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC).
No obstante, también presenta retos: la dependencia excesiva del exterior, los desequilibrios en la balanza comercial o las tensiones políticas entre países pueden generar conflictos. Aun así, es un motor esencial de la globalización y del desarrollo, pues conecta a las economías del mundo y favorece la cooperación internacional.