Los intereses son la cantidad de dinero que se paga o se recibe por el uso de un capital durante un periodo determinado. Funcionan como una compensación para quien presta dinero y como un coste para quien lo recibe.
Cuando una persona solicita un préstamo en un banco, se compromete a devolver no solo el capital prestado, sino también una cantidad adicional en concepto de intereses. Este pago compensa al prestamista por el riesgo asumido y por la oportunidad perdida de haber utilizado ese dinero en otra inversión.
En el caso contrario, cuando alguien deposita sus ahorros en una cuenta bancaria o invierte en un producto financiero, recibe intereses como beneficio por permitir que su dinero sea utilizado por la entidad financiera o por un tercero. De esta forma, los intereses también representan una fuente de ingresos para los ahorradores.
El valor de los intereses depende de varios factores: la tasa acordada, el tiempo que dure el préstamo o la inversión y el monto del capital. Además, influyen elementos externos como la inflación, la oferta y la demanda de dinero o las políticas monetarias del banco central.
En la economía, los intereses cumplen un papel fundamental, ya que regulan el acceso al crédito y la rentabilidad del ahorro. Unos intereses demasiado altos pueden limitar el consumo y la inversión, mientras que unos demasiado bajos pueden desincentivar el ahorro.
En definitiva, los intereses reflejan el coste del dinero y constituyen una pieza clave en el funcionamiento del sistema financiero.