La elasticidad de la demanda mide cómo varía la cantidad demandada de un bien o servicio cuando cambia su precio u otros factores relacionados, como el ingreso de los consumidores o el precio de productos sustitutivos o complementarios. Es un indicador fundamental para comprender el comportamiento de los mercados.
Si un pequeño cambio en el precio provoca una gran variación en la cantidad demandada, se dice que la demanda es elástica. Por ejemplo, ocurre con productos de lujo o bienes con muchas alternativas. En cambio, si la cantidad demandada apenas varía ante cambios de precio, la demanda es inelástica, como sucede con productos básicos (pan, medicamentos esenciales, electricidad).
Este concepto es clave para empresas y gobiernos, ya que influye en decisiones sobre precios, impuestos y políticas públicas. Una empresa con un producto inelástico puede aumentar precios sin perder demasiados clientes, mientras que si su producto es elástico debe cuidar mucho más su estrategia de precios.
En síntesis, la elasticidad de la demanda refleja la sensibilidad de los consumidores y ayuda a entender cómo las variaciones en los precios o ingresos afectan al consumo y, en consecuencia, a toda la economía.