El desempleo es la situación en la que personas en edad y condiciones de trabajar no logran encontrar un empleo, a pesar de buscarlo activamente. Se mide mediante la tasa de desempleo, que refleja el porcentaje de la población activa sin trabajo.
Existen varios tipos de desempleo. El cíclico surge en épocas de crisis económicas, cuando las empresas reducen su producción y el empleo cae. El estructural se produce por desajustes entre la oferta y la demanda laboral, por ejemplo, cuando faltan trabajadores con la formación adecuada. El friccional se relaciona con los periodos de transición en los que una persona cambia de empleo. También existe el estacional, ligado a actividades que dependen de la época del año, como el turismo o la agricultura.
El desempleo elevado tiene consecuencias sociales y económicas graves: disminuye el consumo, frena la inversión, reduce los ingresos públicos y aumenta la desigualdad. Además, genera problemas psicológicos y de cohesión social.
Por eso, los gobiernos aplican políticas activas de empleo, como programas de formación, incentivos a la contratación o inversión en infraestructuras, para dinamizar la economía y reducir el paro.