La hormiga es un insecto social que pertenece a la familia Formicidae y se caracteriza por vivir en colonias muy organizadas que pueden albergar desde unos pocos cientos hasta millones de individuos.
Dentro de cada colonia existe una división del trabajo muy marcada: la reina, cuya función principal es la reproducción; los machos, que fecundan a la reina durante la época de apareamiento; y las obreras, que realizan la mayoría de las tareas, como recolectar alimento, cuidar las crías, construir y reparar el nido o defenderlo de posibles amenazas.
Las hormigas se comunican mediante feromonas, que les permiten marcar caminos, alertar de peligros o coordinar actividades colectivas. Esta forma de cooperación las convierte en uno de los insectos más exitosos del planeta.
Son animales muy adaptables y se encuentran en casi todos los ecosistemas terrestres, desde selvas tropicales hasta desiertos. Además, cumplen funciones ecológicas muy importantes: ayudan a airear los suelos al excavar túneles, dispersan semillas y controlan poblaciones de otros insectos.
Su gran capacidad de organización y trabajo en equipo ha convertido a las hormigas en un ejemplo de cooperación en la naturaleza y un modelo de estudio para comprender el comportamiento colectivo.