Un lago es una gran masa de agua dulce o salada que se acumula en depresiones naturales del terreno y está rodeada de tierra. Su tamaño es mayor que el de una laguna, y puede variar desde pequeños lagos de montaña hasta enormes lagos continentales como el Lago Superior o el Lago Victoria.
Los lagos pueden formarse a partir de diferentes procesos naturales: movimientos tectónicos, actividad volcánica, erosión glacial o la acumulación de agua proveniente de ríos y lluvias. Su origen determina muchas de sus características, como la profundidad, el color y la calidad del agua.
Estos ecosistemas cumplen un papel muy importante, ya que actúan como grandes reservorios de agua, regulan el clima local y sirven de hábitat para una gran variedad de peces, aves acuáticas, plantas y otros organismos. Son fuentes de biodiversidad y de equilibrio ambiental.
Además de su valor ecológico, los lagos son fundamentales para las sociedades humanas. A lo largo de la historia han sido utilizados para el riego de cultivos, la pesca, el abastecimiento de agua potable y la generación de energía hidroeléctrica. También tienen gran importancia cultural, turística y recreativa.