La fibromialgia es un trastorno crónico caracterizado principalmente por dolor musculoesquelético generalizado, acompañado de fatiga, alteraciones del sueño, problemas de memoria y, en algunos casos, síntomas emocionales como ansiedad o depresión. A diferencia de otras enfermedades, la fibromialgia no produce inflamación ni daño visible en músculos o articulaciones, pero afecta la manera en que el sistema nervioso procesa las señales de dolor, intensificándolas.
Las personas con fibromialgia suelen describir el dolor como constante, profundo y extendido por varias zonas del cuerpo, especialmente en puntos sensibles como cuello, hombros, espalda, caderas y rodillas. Además, pueden experimentar rigidez matutina, hormigueo en extremidades, dolores de cabeza frecuentes y síndrome del intestino irritable.
Aunque la causa exacta es desconocida, se cree que intervienen factores genéticos, alteraciones en neurotransmisores relacionados con la percepción del dolor y desencadenantes como infecciones, traumas físicos o emocionales, y estrés prolongado.
El diagnóstico es clínico, ya que no existen pruebas específicas, y suele basarse en la historia médica y en la presencia de dolor generalizado durante más de tres meses. El tratamiento combina medicamentos (para el dolor y el sueño), terapia física, ejercicio moderado y apoyo psicológico, buscando mejorar la calidad de vida del paciente.