La franquicia del seguro es la cantidad de dinero que el asegurado debe pagar de su bolsillo cuando ocurre un siniestro, antes de que la compañía aseguradora asuma el resto del coste. Es un mecanismo muy común en pólizas de automóviles, hogar y salud.
La franquicia puede establecerse como una cifra fija (por ejemplo, 200 €) o como un porcentaje del daño. Su funcionamiento es sencillo: si el siniestro cuesta menos que la franquicia, el asegurado corre con todo el gasto; si cuesta más, el seguro paga la diferencia. Así, si la franquicia es de 200 € y el daño asciende a 800 €, el asegurado paga 200 € y la aseguradora 600 €.
El objetivo principal de la franquicia es compartir el riesgo entre asegurado y aseguradora, además de reducir el importe de la prima. Cuanto mayor es la franquicia, menor suele ser el coste del seguro, ya que el cliente asume una parte más grande de los riesgos.
En definitiva, la franquicia busca evitar reclamaciones pequeñas y fomentar la responsabilidad del asegurado, garantizando un equilibrio justo en la cobertura y el precio de la póliza.